Escrito por el superior de los Heraldos en Miami para "La Voz Catolica"
El 25 de Marzo, exactamente 9 meses antes de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Encarnación de Jesucristo en las entrañas purísimas de María; acontecimiento grandioso que, ciertamente, fue narrado primero por la misma Virgen y después consignado por San Lucas en su evangelio. El ángel le dijo: “Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús”(1-31). Dijo María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”(1-38). Enseguida, cuando visita a Santa Isabel y canta el Magníficat, la Virgen reitera: “porque ha puesto sus ojos en la pequeñez de su esclava”(1-48).
María es ejemplo para todos los cristianos. Pero, en este caso... ¿Cómo? ¿No choca este calificativo? ¿De cuál esclavitud se puede hablar cuando las leyes modernas, tratan de proteger el fundamental derecho a la libertad? Es más, la esclavitud es un denominador común de los pueblos paganos y fue en la Civilización Cristiana cuando se conoció el primer continente –el europeo- sin esclavitud, gracias a la influencia benéfica de la Iglesia Católica. Y los tres siglos de vigencia de la esclavitud en el continente americano se debió al debilitamiento de la enseñanza de la Iglesia en los corazones, un proceso que empezó en el siglo XVI.
Según el derecho romano la esclavitud degradaba al hombre a la condición de “res”, o sea “cosa”; sin ningún derecho, no solo a la libertad, sino a la propiedad, a la vida, a constituir familia, a practicar la religión, etc. Y pensar que dos tercios de la población del Imperio Romano eran esclavos. Solo citemos el tristemente célebre caso de Cleopatra, la reina Egipcia, quien ensayaba en diversos esclavos el poder letal de los venenos preparados por sus alquimistas, para ver cuál produciría la muerte más dolorosa a sus adversarios.
¿Cómo entender, pues, las palabras de la Santísima Virgen al arcángel San Gabriel? Antes de todo, debemos indagar sobre el verdadero significado de libertad. El 16 de Abril de 2008 en su visita a los EUA, S.S. Benedicto XVI afirmó: “La libertad no es solo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal (...). La defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad por los menos afortunados”.
Es particularmente clara la encíclica Libertas Praestantissimum escrita por el Papa León XIII: “El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud”; por lo tanto la libertad debe ser un medio para que los hombres realicen su finalidad: Conocer, amar y servir a Dios. Así como un ave es libre cuando puede volar ó un pez cuando nada en el agua, deducimos entonces que el hombre no será libre cuando se aparta de la verdad y practica el mal, como el pez que sale del agua ó el ave conminada a una jaula.
Por eso nos dice Nuestro Señor: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32). Luego: “Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo” (Jn 8, 34).También escribe San Pablo: “Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados, y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia” (Rm 6,17-18). En este trecho del Apóstol encontramos la esclavitud a la justicia opuesta a la esclavitud al pecado. Y es a ésta esclavitud a la justicia a la que se refiere La Santísima Virgen en sus palabras a San Gabriel.
Conclusión: Seremos más libres en la medida que más seamos esclavos de La Justicia y Santidad infinita, Cristo, Nuestro Señor. Y no hay mejor camino para entregarnos y llegar Él, sino el que él mismo utilizó para llegar a nosotros: La Santísima Virgen María, modelo inconmensurablemente perfecto de esclavitud a Jesucristo.
¡Cuán sublime es esta esclavitud por amor, meritoria por no ser impuesta; la más dignificante por elevarnos a la santidad; por la cual más renunciamos a nuestro egoísmo y nos donamos totalmente a Dios; en suma, el camino más rápido, más seguro, más corto, más dulce y más fácil de entregarnos a Jesucristo, suma Verdad y sumo Bien; por las manos de María. La esclavitud a la Virgen es, pues, la suprema libertad.
Es esta devoción la que enseña el gran santo francés del s. XVIII, San Luis María Grignon de Montfort en su libro: “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”, el cual jugó un papel clave en la espiritualidad del Siervo de Dios Juan Pablo II, al punto de escoger como emblema de su pontificado la “M” de María con la cruz y la máxima extraída de dicha obra: “Totus tuus” (soy todo tuyo), o sea, consagración total a Jesucristo por las manos de María. Decía el Papa mariano, sobre esta devoción, en la entrevista a Fossard publicada en 1982: “resulta indispensable para quien pretende entregarse sin reservas a Cristo y a la obra de la redención”.
Invitamos cordialmente a nuestros lectores a conocer más sobre esta hermosa devoción, participando de las charlas preparatorias que impartiremos los Heraldos en Miami, a partir de la primera semana de Marzo hasta el 13 de Mayo, día en que, los que así lo deseen, se consagrarán a la Virgen en el 92º aniversario de las apariciones de la Virgen en Fátima.
Tel. 305 238 2435 www.heralds.us
Wednesday, March 18, 2009
La piedra, la silla, la cadena y el sol
Escrito por el superior de los Heraldos en Miami para "La Voz Catolica"
Podemos imaginar el cariño y afecto enormes de parte de los apóstoles y discípulos hacia Nuestro Señor, el cual fue creciendo a lo largo de los tres años de su vida pública, hasta llegar a un auge el día de su ascensión, ya con cuerpo glorioso: No convivirían mas con esa mirada profunda y serena; esa voz dulce y grave que enseñaba doctrinas luminosas, expulsaba demonios y perdonaba los pecados; esas manos que curaban; en fin, ese porte majestuoso de Dios hecho hombre; ¡Que vacío tan grande sentirían en sus corazones!
Pero Él es tan bondadoso, que en la previsión de este trance dejó como consuelo su mayor tesoro –y quizá el único que poseía- a su Santísima Madre, desde lo alto de la cruz: “Madre, he aquí tu hijo, hijo, he aquí tu madre”. En el momento que el cuerpo glorioso del Salvador se perdió entre las nubes, todas las miradas se posaron sobre la Virgen y en torno de ella perseveraron en la oración hasta el día de Pentecostés y se aglutinaron bajo su mirada materna... hasta el día de su gloriosa asunción a los cielos.
¿Y ahora? ¿Sobre quién se posarían las miradas? ¿Quién los conservaría en la unidad, los alentaría en la dificultad, los aconsejaría en la incertidumbre y les enseñaría con certeza la verdad? Evidentemente que fue sobre Pedro, sobre el cual El Señor construyó su Iglesia: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”(Mt.16, 17-19).
En su primer mensaje como Papa, S.S. Benedicto XVI dijo: “El Señor ha querido que sea su vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad”. Y este es uno de los puntos fundamentales de la Iglesia, a veces poco entendido en este mundo sometido a la “dictadura del relativismo”. La Constitución Dogmática “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II es muy clara al respecto: “Esta infalibilidad compete al Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, en razón de su oficio, cuando proclama como definitiva la doctrina de fe ó de costumbres en su calidad de supremo pastor y maestro de todos los fieles a quienes ha de confirmar en la fe (Lc. 22-32)......bajo la asistencia del Espíritu Santo prometida a él en San Pedro, y así (sus definiciones) no necesitan de ninguna aprobación de otros ni admiten tampoco la apelación a ningún otro tribunal..... en calidad de maestro supremo de la Iglesia Universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma”(n. 25).
Por esto la fiesta de la Cátedra de Pedro que se celebra el 22 de Febrero tiene mucho significado para los católicos, porque el Papado es una de las tres devociones pilares y distintivas de nuestra espiritualidad, formando una cadena que nos une a Dios: El Papa como cabeza visible de la Jerarquía Católica, la cual, por medio de María, nos conduce a Jesús realmente presente en la Eucaristía. Pero, recordemos que la resistencia de una cadena se mide por la fuerza del eslabón más débil, el cual es, en este caso, el Papa. Debemos pues, manifestar toda nuestra veneración, obediencia, sumisión, apoyo y entusiasmo al “Dulce Cristo en la tierra”.
Los romanos celebraban en este día sus difuntos, en cuya tumba ponían una Cáthedra, ó silla para éste sentarse. Para la Iglesia pasó a significar la sede desde la cual el obispo ejerce su magisterio como sucesor de los apóstoles ( de ahí la palabra catedral); teniendo particular realce la Cátedra de Pedro y quien le sucede, no solo obispo de Roma, sino guía y pastor de la Iglesia Universal.
Qué alivio para la humanidad falible por causa del pecado, poder contar con una autoridad infalible en materias atinentes a la salvación, poniendo en orden los criterios morales de la humanidad; sería como el sol que sirve de referencia segura para regular la hora internacional y todos los relojes del mundo con ésta, la cual todos aceptan para evitar el caos.
Para los Heraldos del Evangelio es ésta una fiesta aún más especial, pues fue en este día del 2001 cuando recibimos la aprobación pontificia de manos del Siervo de Dios Juan Pablo II y se nos concedió indulgencia plenaria en su conmemoración.
Termino con algunas palabras de San Bernardo al Papa Eugenio: ¿”Quién sois vos? Sois el gran sacerdote, el Sumo Pontífice; sois el príncipe de los obispos, el heredero de los apóstoles. Sois el hombre a quien se entregaron las llaves y se confiaron las ovejas. Y no solo cuidáis de las ovejas, sino de todos sus pastores, siendo vos el solo y único mayoral.. Considerad, por fin, que habéis de ser dechados de justicia, espejo de santidad y ejemplar de piedad; depositario de la verdad, defensor de la fe, doctor de los pueblos, guía de los cristianos, amigo el Esposo y padrino de la Esposa; norma del clero, pastor de las naciones, maestro de los ignorantes, refugio de los oprimidos, abogado de los miserables, esperanza de los desvalidos, tutor de los huérfanos, defensor de las viudas, sostén de los ancianos, ojos de los ciegos y lengua de los mudos; vengador de las injurias, terror de los malvados, gloria de los buenos, vara para los poderosos, yunque para los tiranos, padre de los reyes, legislador e los cánones, sal de la tierra, luz del mundo, sacerdote del Altísimo, Vicario de Cristo, ungido del Señor”.
¡Viva el Papa!
Teléfono de los Heraldos: 305 238 2435. www.heralds.us
Podemos imaginar el cariño y afecto enormes de parte de los apóstoles y discípulos hacia Nuestro Señor, el cual fue creciendo a lo largo de los tres años de su vida pública, hasta llegar a un auge el día de su ascensión, ya con cuerpo glorioso: No convivirían mas con esa mirada profunda y serena; esa voz dulce y grave que enseñaba doctrinas luminosas, expulsaba demonios y perdonaba los pecados; esas manos que curaban; en fin, ese porte majestuoso de Dios hecho hombre; ¡Que vacío tan grande sentirían en sus corazones!
Pero Él es tan bondadoso, que en la previsión de este trance dejó como consuelo su mayor tesoro –y quizá el único que poseía- a su Santísima Madre, desde lo alto de la cruz: “Madre, he aquí tu hijo, hijo, he aquí tu madre”. En el momento que el cuerpo glorioso del Salvador se perdió entre las nubes, todas las miradas se posaron sobre la Virgen y en torno de ella perseveraron en la oración hasta el día de Pentecostés y se aglutinaron bajo su mirada materna... hasta el día de su gloriosa asunción a los cielos.
¿Y ahora? ¿Sobre quién se posarían las miradas? ¿Quién los conservaría en la unidad, los alentaría en la dificultad, los aconsejaría en la incertidumbre y les enseñaría con certeza la verdad? Evidentemente que fue sobre Pedro, sobre el cual El Señor construyó su Iglesia: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”(Mt.16, 17-19).
En su primer mensaje como Papa, S.S. Benedicto XVI dijo: “El Señor ha querido que sea su vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad”. Y este es uno de los puntos fundamentales de la Iglesia, a veces poco entendido en este mundo sometido a la “dictadura del relativismo”. La Constitución Dogmática “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II es muy clara al respecto: “Esta infalibilidad compete al Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, en razón de su oficio, cuando proclama como definitiva la doctrina de fe ó de costumbres en su calidad de supremo pastor y maestro de todos los fieles a quienes ha de confirmar en la fe (Lc. 22-32)......bajo la asistencia del Espíritu Santo prometida a él en San Pedro, y así (sus definiciones) no necesitan de ninguna aprobación de otros ni admiten tampoco la apelación a ningún otro tribunal..... en calidad de maestro supremo de la Iglesia Universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma”(n. 25).
Por esto la fiesta de la Cátedra de Pedro que se celebra el 22 de Febrero tiene mucho significado para los católicos, porque el Papado es una de las tres devociones pilares y distintivas de nuestra espiritualidad, formando una cadena que nos une a Dios: El Papa como cabeza visible de la Jerarquía Católica, la cual, por medio de María, nos conduce a Jesús realmente presente en la Eucaristía. Pero, recordemos que la resistencia de una cadena se mide por la fuerza del eslabón más débil, el cual es, en este caso, el Papa. Debemos pues, manifestar toda nuestra veneración, obediencia, sumisión, apoyo y entusiasmo al “Dulce Cristo en la tierra”.
Los romanos celebraban en este día sus difuntos, en cuya tumba ponían una Cáthedra, ó silla para éste sentarse. Para la Iglesia pasó a significar la sede desde la cual el obispo ejerce su magisterio como sucesor de los apóstoles ( de ahí la palabra catedral); teniendo particular realce la Cátedra de Pedro y quien le sucede, no solo obispo de Roma, sino guía y pastor de la Iglesia Universal.
Qué alivio para la humanidad falible por causa del pecado, poder contar con una autoridad infalible en materias atinentes a la salvación, poniendo en orden los criterios morales de la humanidad; sería como el sol que sirve de referencia segura para regular la hora internacional y todos los relojes del mundo con ésta, la cual todos aceptan para evitar el caos.
Para los Heraldos del Evangelio es ésta una fiesta aún más especial, pues fue en este día del 2001 cuando recibimos la aprobación pontificia de manos del Siervo de Dios Juan Pablo II y se nos concedió indulgencia plenaria en su conmemoración.
Termino con algunas palabras de San Bernardo al Papa Eugenio: ¿”Quién sois vos? Sois el gran sacerdote, el Sumo Pontífice; sois el príncipe de los obispos, el heredero de los apóstoles. Sois el hombre a quien se entregaron las llaves y se confiaron las ovejas. Y no solo cuidáis de las ovejas, sino de todos sus pastores, siendo vos el solo y único mayoral.. Considerad, por fin, que habéis de ser dechados de justicia, espejo de santidad y ejemplar de piedad; depositario de la verdad, defensor de la fe, doctor de los pueblos, guía de los cristianos, amigo el Esposo y padrino de la Esposa; norma del clero, pastor de las naciones, maestro de los ignorantes, refugio de los oprimidos, abogado de los miserables, esperanza de los desvalidos, tutor de los huérfanos, defensor de las viudas, sostén de los ancianos, ojos de los ciegos y lengua de los mudos; vengador de las injurias, terror de los malvados, gloria de los buenos, vara para los poderosos, yunque para los tiranos, padre de los reyes, legislador e los cánones, sal de la tierra, luz del mundo, sacerdote del Altísimo, Vicario de Cristo, ungido del Señor”.
¡Viva el Papa!
Teléfono de los Heraldos: 305 238 2435. www.heralds.us
Sunday, March 8, 2009
Prayer Intentions
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M
M
We pray that you unite with us in prayer for two young Herald seminarians that have died recently in a tragic accident and for other injured ones. May Our Blessed Mother keep them in her arms and give many graces for those left behind to follow in their footsteps on the path to Heaven.
Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace.
Amen.
Thursday, December 25, 2008
Tuesday, December 23, 2008
Novena al Niño
La Novena conquista hasta Brasil!
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