Wednesday, March 18, 2009

¿“Esclava”del Señor?

Escrito por el superior de los Heraldos en Miami para "La Voz Catolica"


El 25 de Marzo, exactamente 9 meses antes de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Encarnación de Jesucristo en las entrañas purísimas de María; acontecimiento grandioso que, ciertamente, fue narrado primero por la misma Virgen y después consignado por San Lucas en su evangelio. El ángel le dijo: “Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús”(1-31). Dijo María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”(1-38). Enseguida, cuando visita a Santa Isabel y canta el Magníficat, la Virgen reitera: “porque ha puesto sus ojos en la pequeñez de su esclava”(1-48).
María es ejemplo para todos los cristianos. Pero, en este caso... ¿Cómo? ¿No choca este calificativo? ¿De cuál esclavitud se puede hablar cuando las leyes modernas, tratan de proteger el fundamental derecho a la libertad? Es más, la esclavitud es un denominador común de los pueblos paganos y fue en la Civilización Cristiana cuando se conoció el primer continente –el europeo- sin esclavitud, gracias a la influencia benéfica de la Iglesia Católica. Y los tres siglos de vigencia de la esclavitud en el continente americano se debió al debilitamiento de la enseñanza de la Iglesia en los corazones, un proceso que empezó en el siglo XVI.
Según el derecho romano la esclavitud degradaba al hombre a la condición de “res”, o sea “cosa”; sin ningún derecho, no solo a la libertad, sino a la propiedad, a la vida, a constituir familia, a practicar la religión, etc. Y pensar que dos tercios de la población del Imperio Romano eran esclavos. Solo citemos el tristemente célebre caso de Cleopatra, la reina Egipcia, quien ensayaba en diversos esclavos el poder letal de los venenos preparados por sus alquimistas, para ver cuál produciría la muerte más dolorosa a sus adversarios.
¿Cómo entender, pues, las palabras de la Santísima Virgen al arcángel San Gabriel? Antes de todo, debemos indagar sobre el verdadero significado de libertad. El 16 de Abril de 2008 en su visita a los EUA, S.S. Benedicto XVI afirmó: “La libertad no es solo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal (...). La defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad por los menos afortunados”.
Es particularmente clara la encíclica Libertas Praestantissimum escrita por el Papa León XIII: “El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud”; por lo tanto la libertad debe ser un medio para que los hombres realicen su finalidad: Conocer, amar y servir a Dios. Así como un ave es libre cuando puede volar ó un pez cuando nada en el agua, deducimos entonces que el hombre no será libre cuando se aparta de la verdad y practica el mal, como el pez que sale del agua ó el ave conminada a una jaula.
Por eso nos dice Nuestro Señor: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32). Luego: “Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo” (Jn 8, 34).También escribe San Pablo: “Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados, y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia” (Rm 6,17-18). En este trecho del Apóstol encontramos la esclavitud a la justicia opuesta a la esclavitud al pecado. Y es a ésta esclavitud a la justicia a la que se refiere La Santísima Virgen en sus palabras a San Gabriel.
Conclusión: Seremos más libres en la medida que más seamos esclavos de La Justicia y Santidad infinita, Cristo, Nuestro Señor. Y no hay mejor camino para entregarnos y llegar Él, sino el que él mismo utilizó para llegar a nosotros: La Santísima Virgen María, modelo inconmensurablemente perfecto de esclavitud a Jesucristo.
¡Cuán sublime es esta esclavitud por amor, meritoria por no ser impuesta; la más dignificante por elevarnos a la santidad; por la cual más renunciamos a nuestro egoísmo y nos donamos totalmente a Dios; en suma, el camino más rápido, más seguro, más corto, más dulce y más fácil de entregarnos a Jesucristo, suma Verdad y sumo Bien; por las manos de María. La esclavitud a la Virgen es, pues, la suprema libertad.
Es esta devoción la que enseña el gran santo francés del s. XVIII, San Luis María Grignon de Montfort en su libro: “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”, el cual jugó un papel clave en la espiritualidad del Siervo de Dios Juan Pablo II, al punto de escoger como emblema de su pontificado la “M” de María con la cruz y la máxima extraída de dicha obra: “Totus tuus” (soy todo tuyo), o sea, consagración total a Jesucristo por las manos de María. Decía el Papa mariano, sobre esta devoción, en la entrevista a Fossard publicada en 1982: “resulta indispensable para quien pretende entregarse sin reservas a Cristo y a la obra de la redención”.
Invitamos cordialmente a nuestros lectores a conocer más sobre esta hermosa devoción, participando de las charlas preparatorias que impartiremos los Heraldos en Miami, a partir de la primera semana de Marzo hasta el 13 de Mayo, día en que, los que así lo deseen, se consagrarán a la Virgen en el 92º aniversario de las apariciones de la Virgen en Fátima.


Tel. 305 238 2435 www.heralds.us

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